Había una vez unas manos gemelas, se llamaban, la izquierda y la derecha. La derecha siempre quería sobresalir, y hacia sentir a la izquierda que no podía hacer nada; cuando la izquierda estaba haciendo algo, la derecha le quitaba el lugar, y así la izquierda se quedó atrás, creyéndose más torpe. Sin embargo; la izquierda siempre era preferida, tenía anillos, relojes, pulseras, y la derecha nada, o talvez un anillo de vez en cuando, aunque ella creía que todo merecía. Y aún más, la izquierda siempre andaba mejor pintadas las uñas que la derecha, parecía la preferida; aunque según la derecha, la izquierda no lo merecía. La derecha era mas hábil, y rápida, más graciosa y extrovertida; la izquierda por el contrario, era torpe, lenta y bastante tímida. Un día, la derecha estaba tan enojada por esa injusticia, que se puso a hacer algo para mostrar su rapidez y hacer quedar mal a la izquierda, y al hacer ese esfuerzo se hirió en un dedo, la derecha no podía hacer nada por ella misma, sentía mucho dolor. Inmediatamente, sin pensarlo, la izquierda le limpio la herida, le puso medicina y la vendó, además, la izquierda se puso bajo la derecha para que se recostara y descansara sobre ella. Hasta entonces la derecha comprendió que no es autosuficiente, que aún de la lenta, torpe y tímida mano izquierda tiene necesidad. Moraleja :no te creas la mano derecha.